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domingo, 13 de junio de 2010

Dos Pequeñas Lecciones Aprendidas del Mundo de la Fotografía

Definitivamente. Me gusta la fotografía. Me gusta captar a través del lente mi interpretación del mundo que llevamos dentro y materializamos fuera. Me gusta hacer una imagen, crear la magia de un momento para comunicar un sentimiento, una idea, un mensaje. Me gusta vibrar con los colores y fundirme con los grises en el blanco y negro. Me gusta, en fin, conectarme con la luz para crear una interpretación de la realidad y llevarla más allá de las palabras, creando imágenes, sensaciones y pensamientos, todo en uno.


Y son muchas las lecciones que este maravilloso mundo nos regala cada día, con cada experiencia, con cada click del obturador que cede, en pícara complicidad, a la sutil presión del dedo de la experimentación, cual la impronta de una rúbrica única, especial, irrepetible.


Sí, muchas son las lecciones. Esta mañana reflexionaba sobre dos de ellas. Dos simples ideas, dos simples pensamientos, que pueden servir de estrella polar para tantas decisiones y tantas acciones en la vida, en lo personal, en lo profesional, en lo individual, en lo social:


1. Nunca, nunca, nunca hagas la foto de un compañero. Me explico: al hacer fotografía muchas veces salimos en grupo, puede que seamos dos individuos, o quizás decenas de personas. Vamos al mismo lugar en el mismo momento. Una regla general que he aprendido es que cada quien tiene derecho a hacer su foto. Si ves a tu compañero de aventura haciendo, buscando, creando una imagen y un momento, renuncia a la tentación de replicarlo, de apalancarte en su descubrimiento de un detalle, de una forma, de un camino, de un objeto o de una idea. Sé original, sé tú. Crea tu lenguaje, deja tu impronta inconfundible.

2. Siempre, siempre, siempre debes estar listo para tomar la foto que no saliste a buscar. Cualquier momento puede ser el mejor momento, si tan sólo estás en atención total a ti y a tus alrededores. De hecho, para quien vive atento, cualquier momento es el mejor momento. Siempre hay más que crear. Siempre hay más que aprovechar. Siempre hay más que experimentar. Siempre hay una nueva realidad que crear. Siempre hay un nuevo mensaje que expresar. Y allí, en el lugar y en el momento que menos esperas, puedes dejar de esperar. Puedes, sencillamente, ser parte de la historia, haciendo la historia. Dando a luz algo nuevo, regalando al mundo una nueva creación, todo un nuevo universo de posibilidades. Toda una nueva realidad, enmarcada en el latido de un segundo.

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