Hacer estrategia tiene que ver con crear el futuro, con hacer un futuro. El futuro no existe, el pasado tampoco, son ilusiones de la mente. Como tal, sólo existe el presente y, en él, el campo de todo lo posible, que parte desde la nada, del cero, del punto. La estrategia consiste en aprovechar ese estado, ese momento, esa nada, y producir un big-bang creativo, hacia lo que deseamos y planteamos que suceda, desde la intención y el propósito.
Ésta es la importancia de una visión y una misión; se convierten – respectivamente – en intención y propósito. Así, la mente empresarial crea un futuro real, desde la ilusión mentalizada. De aquí la importancia de establecer una cultura y una cohesión mental que construyan una realidad focalizada, integral, compartida.
Desde esta potencialidad pura lo podemos crear todo. Pero, ¿qué es todo? Más bien, ¿qué será ese todo? ¿Surgirá de manera espontánea? ¿O nos toca a nosotros definirlo?
Cuando se realiza el ejercicio de “hacer estrategia”, te debes colocar en ese punto neutro, en esa opción de detenerte antes de elegir la dirección y el camino, para darte cuenta de cuál es la ruta que debes establecer, para llegar al destino que te has propuesta, no el que te han impuesto o te han inducido.
Sí. La estrategia consiste en dar vida a una nueva realidad, creada, provocada de manera deliberada por nosotros; significa desestabilizar el status quo con iniciativas y acciones previamente inexistentes, incomparables. Como tal, desde la visualización y el pensamiento proyectivo, nos toca a nosotros definirla, decidirla, crearla, ponerla en acción, convertirla en éxito.
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